Libertad. Te tengo tan cerca y al mismo tiempo tan lejos… Puedo sentirte, verte, olerte, pero me temo que jamás podré vivirte.
Qué desquiciante tortura dormir bajo el inmenso azul del cielo, tocar la risa líquida del agua salada, recibir a diario los besos del sol y escuchar a cada hora la música que trae el viento sin poder partir y disponer de esos tesoros a mi antojo, donde yo lo desee. No conozco más mundo que el que creo con mis sueños.
Malditos sean todos mis eslabones y maldito también mi destino: qué gran pesar vivir por siempre anclada a este lugar y no poder partir si quiera para buscar imposibles: el leviatán, barcos fantasmas, o tal vez ¿qué se yo? Tal vez alguna hermosa sirena a la que amar a ciegas.
Fotografía: Guada Caulín
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